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LA ALPUJARRA



En general, por lo que se refiere a la comarca de la Alpujarra,  su Patrimonio Natural contiene una diversidad de paisajes consecuencia de la diversidad geográfica de la comarca, que se asienta sobre dos factores: la diversidad altitudinal y diversidad longitudinal (este-oeste).



De la fuerte orografía y diversa altitud, así como de la transición climática  surgen fuertes contrastes, de la siguiente forma:

. Periglaciar, de las altas cumbres occidentales.
. Bosques naturales, de la media ladera nevadense.
. Encinar, melojar, matorral mediterráneo y alcornocal, de la Sierra de la Contraviesa.
. Barrancos, de la media ladera.
. Espacios cultivados aterrazados y vegas llanas, del surco sinclinal.
. Paisajes específicos.
. La costa.

Especial mención requiere el Parque Nacional de Sierra Nevada. El conjunto de Sierra Nevada fue declarado Parque Natural por el Parlamento de Andalucía en  virtud de la Ley 2/89 de 18 de julio por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía, estableciéndose para éste  medidas adicionales para su protección debido a las singularidades de su flora y de su fauna, sus valores geomorfológicos así como por la belleza de sus paisajes y diversidad cultural.

El Parque Natural de Sierra Nevada constituye uno de los parques más extensos de la región, contando con una superficie de 171.646 Has sobre las provincias de Granada (119.009 Has.) y Almería (52.637 Has.) y albergando más de 100.000 personas residenciadas en los 60 municipios incluidos en el Parque.

Parte de este Parque Natural ha sido declarado Parque Nacional por la Ley 3/99 de 11 de enero. El Parque Nacional de Sierra Nevada constituyen una superficie de 86.208 ha, protegiendo sistemas naturales únicos ligados a la alta montaña mediterránea, paisajes geomorfológicos glaciares y periglaciares y montes altimontanos mediterráneos y submediterráneos. Aunque en la alta montaña se presenta un relieve de formas suaves y cimas poco escarpadas, en esta sierra se localizan los mayores picos de la Península Ibérica, el Mulhacén (3.482 m), el Veleta (3.392 m) y hay además 20 picos que sobrepasan los 3.000 metros, entre ellos la Alcazaba del Mulhacén.

Con respecto a la fauna, conviven más de 60 especies de aves, no sólo típicas de montaña (águila real, acentor alpino, roquero rojo) sino también pájaros de zonas menos agrestes (oropéndola , abubilla, chochín). Entre los mamíferos, es la cabra montés la que se deja ver con más facilidad, llegando incluso en algunos municipios a causar problemas en las cosechas que vienen a suponer cuantiosas pérdidas económicas. Aunque también existen otros mamíferos de menor tamaño como el topillo nival. La fauna invertebrada adquiere importancia, con más de 80 insectos endémicos, de los que 15 son mariposas como Plebicula golgus o la muy conocida Parnasius apollo nevadensis. Hay 37 coleopteros endémicos, como el Ibericum loquinii y 90 especies exclusivas de insectos acuáticos.
 
Por lo que se refiere a la flora, el macizo de Sierra Nevada presenta un número de muy elevado de endemismos, unas 60 especies exclusivas que representa la mayor biodiversidad de Andalucía y de toda la Península Ibérica. Entre ellas podemos destacar, la estrella de las nieves, la amapola de la sierra, la violeta de Sierra Nevada y la manzanilla de la sierra. Además tiene más de 2000 plantas catalogadas de las cerca de 8000 que existen en la Península Ibérica. También hay un gran número de especies norteafricanas. En este macizo están representados todos los pisos bioclimáticos  desde el más cálido, el termomediterráneo, que se localiza en algunas zonas de la Alpujarra y donde se desarrollan los encinares béticos junto a palmitos, naranjos y algarrabos, a los de las mayores altitudes, como son el oromediterráneo (piornales y enebrales nevadenses, y los sabinares y pinares béticos) y el crioromediterraneo, donde hay ausencia total de árboles  y en el que se desarrollan los pastizales nevadenses de alta montaña. En los pisos intermedios, meso y supra, podemos encontrar los encinares nevadenses, quejigales y acerales béticos, así como los robledales nevadenses. Esta variedad de pisos bioclimáticos provoca un dato realmente impresionante.


En el Parque Natural de Sierra Nevada se esconden los más variados paisajes, cada uno de ellos propio del piso bioclimático en el que se encuentra. Por encima de los 2.800 m, donde los suelos son poco evolucionados y las condiciones climáticas adversas, se desarrollan pastizales de bajo porte y escasa cobertura (pastizales psicroxerófilos).  Presentan un gran interés y constituyen uno de los aspectos más singulares de Sierra Nevada. Estos pastizales están compuestos por un gran número de especies endémicas (hasta el 40%). Entre los 1.900-2.800 m se desarrollan los pinares y sabinares. La vegetación está formada por especies de porte arbóreo y arbustivo y matorral sobre suelos medianamente evolucionados se desarrollan piornales y enebrales. También abundan los elementos endémicos. Los melojares en la montaña media, aunque mermados por los incendios y las abusivas talas, presentan gran interés por sus características ecológicas y corológicas; se desarrollan sobre suelos ácidos y se encuentran bien representados en los barrancos de las caras norte y sur. Los encinares se sitúan entre los 1.300 y los 1.700 m, aunque en algunos enclaves pueden alcanzar los 1.900 m de altitud. El bosque corresponde a un encinar dominado por la encina y, dependiendo del tipo de suelo y altitud, son frecuentes otros arbustos. La vegetación riparia se desarrolla en los márgenes de ríos y arroyos y actualmente se encuentra muy degradada, siendo difícil encontrar bosques de ribera en buen estado de conservación.


En cuanto al Patrimonio Cultural, La Alpujarra ha sido comarca habitada, desde muy antiguo, por grupos humanos pertenecientes a culturas, influencias y civilizaciones diferentes: prehistórica, ligur, ibero-romana, fenicia, griega, visigótica, hispano romana o mozárabe, árabe, beréber, castellana, levantina, galaica, leonesa, extremeña, andaluza, etc. Civilizaciones que han ido dejando sus huellas  a lo largo de los siglos, enriqueciendo el patrimonio cultural. Pero es sin duda la civilización árabe la que más ha marcado esta comarca.


La permanencia árabe en la Alpujarra, duró un siglo más que en el resto de España. Cuando los modos cristianos ya hacía mucho tiempo que se habían impuesto, los moriscos de la Alpujarra continuaban con sus ropajes ancestrales, sus tradiciones, su inclinación a la Meca para el rezo, la elaboración de su artesanía, con su peculiar modo de construir, con la aplicación de su justicia magnánima, y cultivando sus ciencias con esmero. Además, los elementos que caracterizan de manera prioritaria a la Alpujarra, su inaccesibilidad y su aislamiento, privaban a la comarca de intrusos que vinieran a evitar que todo esto fuera posible.

Hay en la Alpujarra dos elementos que, si en cualquier parte del mundo tienen importancia, aquí son imprescindibles para poder apreciar esta comarca como se merece: la tierra y el hombre. La tierra, el paisaje, de geografía agreste y salvaje, con parajes de secano alternándose con auténticos vergeles donde el agua empapa todos los poros de la tierra cubriéndola de exuberante vegetación, con pueblos pequeños, colgados de riscos, de apenas una decena de casas y pocos más vecinos. Y luego está el elemento humano, tantas veces confundido con el paisaje, por su total integración, adaptando sus costumbres, tradiciones y forma de vida al entorno natural en el que vive.

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